lunes, 24 de abril de 2017

                                                 Del dicho al hecho.
Seguramente una vez que se plantea el tema, surge espontáneamente aquella pregunta de ¿no te pasó alguna vez que estás con alguien y sentís que irradia “una mala vibra insoportable”, como si en realidad pareciera que te estuviera robando la energía?
Muchos sienten haber vivido ese estado, y lo más común es decir “me ojeó”... Bueno, mucho de eso es absolutamente cierto. Los seres más inteligentes que habitamos este planeta cumplimos con el dicho de “todo es energía” y, como no somos ajenos a las transformaciones energéticas, también adquirimos esa fuente de movimiento como “de prestado” de otros.
Para llegar a estas conclusiones, se realizó un interesante estudio en la Universidad de Bielefeld, Alemania, que al igual que en el anterior ejemplo de las plantas, Olivia Bader-Lee, médica y terapeuta, siguió los resultados de esta investigación y afirma sin dudar que este mismo principio de absorción de energía puede observarse en la raza humana.
Bioenergética.
Así se llama la ciencia que estudia el comportamiento de la energía en los seres vivos y forma parte de una de las ramas de la biología. Y este hallazgo ha sacudido a la bioenergética, ya que se estaría ante la evidencia de que los organismos “roban” energía de otros, y que esto pasa igualmente en los seres humanos.
Inicialmente se apuntaba a otra cosa. La investigación se llevó a cabo en algas, específicamente en la Chlamydomonas reinhardtii. En ella se descubrió que, además de la fotosíntesis, también tendría una fuente alternativa de energía y que consistiría en absorber energía de otras algas. El encargado de esta investigación es el biólogo alemán Olaf Kruse, y sus conclusiones fueron reportadas en el sitio Nature. com.
Pero para Bader-Lee, sus evaluaciones van más allá, dado que indica que nuestros cuerpos serían como esponjas, que absorben la energía que se encuentra a su alrededor. “Esto es exactamente el porqué hay personas que se sienten incómodas cuando existe un cierto grupo con una mezcla de energías y emociones“, afirma.

l cuerpo humano es muy similar a una planta que chupa, absorbe la energía necesaria para alimentar a su estado emocional, y puede energizar las células o aumentar la cantidad de cortisol y catabolizar, alimentar a las células dependiendo de la necesidad emocional“, continua Bader-Lee.
Es por ello que muchas personas pueden hacer cambiar nuestro estado de ánimo, poniéndonos nerviosos, estresados, enojados, ansiosos, tristes, pero también alegres, optimistas y risueños.
Algo hemos perdido.
De igual manera, la doctora Bader-Lee asegura que con el paso de los siglos el hombre ha perdido ese vínculo que inicialmente tenía con otras especies de la naturaleza, en el que el intercambio de energías podría traerle enormes beneficios a la humanidad. Tan sólo basta con salir un día al bosque para sentir que la energía es otra, como si fluyera con mayor libertad por nuestro cuerpo y simplemente nos sentimos más fuertes y con mejor ánimo. De todas maneras, los hombres, hace millones de años, recibían mejor energía que lo que nos pasa ahora a nosotros.
Lo espiritual también cuenta.
Para la investigadora Bader-Lee, quien ha demostrado tener una amplitud de criterio y conciencia notable, la ciencia moderna se ha especializado demasiado en los fenómenos físicos, pero inversamente ha descuidado los fenómenos espirituales que nos pasan. Así, para ella, al final de cuentas, el espíritu es energía, y aquello que llamamos “sobrenatural” no es más que la manifestación de energías diversas en el mundo.
Esto ya se sabía en las antiguas culturas de todos los continentes -y la amplia mayoría de los lectores de este suple Crónica Fenómenos Paranormales-, pero la ciencia ha decidido omitirlo y sólo pocos científicos se atreven a abordar estos temas, por miedo a la crítica y al rechazo por parte de la comunidad científica.
Cuando una mirada puede causar daño.
En muchas culturas alrededor del mundo afirman que un pensamiento muy remarcado o una mirada (envidiosa o no) es capaz de causar daño a alguien en forma de enfermedades, lesiones o incluso la muerte. Si nos atenemos a los estudios realizados por la doctora Olivia Bader-Lee bien podríamos estar hablando de esa energía que unos roban a otros.
l cuerpo humano es muy similar a una planta que chupa, absorbe la energía necesaria para alimentar a su estado emocional, y puede energizar las células o aumentar la cantidad de cortisol y catabolizar, alimentar a las células dependiendo de la necesidad emocional“, continua Bader-Lee.
Es por ello que muchas personas pueden hacer cambiar nuestro estado de ánimo, poniéndonos nerviosos, estresados, enojados, ansiosos, tristes, pero también alegres, optimistas y risueños.
Algo hemos perdido.
De igual manera, la doctora Bader-Lee asegura que con el paso de los siglos el hombre ha perdido ese vínculo que inicialmente tenía con otras especies de la naturaleza, en el que el intercambio de energías podría traerle enormes beneficios a la humanidad. Tan sólo basta con salir un día al bosque para sentir que la energía es otra, como si fluyera con mayor libertad por nuestro cuerpo y simplemente nos sentimos más fuertes y con mejor ánimo. De todas maneras, los hombres, hace millones de años, recibían mejor energía que lo que nos pasa ahora a nosotros.
Lo espiritual también cuenta.
Para la investigadora Bader-Lee, quien ha demostrado tener una amplitud de criterio y conciencia notable, la ciencia moderna se ha especializado demasiado en los fenómenos físicos, pero inversamente ha descuidado los fenómenos espirituales que nos pasan. Así, para ella, al final de cuentas, el espíritu es energía, y aquello que llamamos “sobrenatural” no es más que la manifestación de energías diversas en el mundo.
Esto ya se sabía en las antiguas culturas de todos los continentes -y la amplia mayoría de los lectores de este suple Crónica Fenómenos Paranormales-, pero la ciencia ha decidido omitirlo y sólo pocos científicos se atreven a abordar estos temas, por miedo a la crítica y al rechazo por parte de la comunidad científica.
Cuando una mirada puede causar daño.
En muchas culturas alrededor del mundo afirman que un pensamiento muy remarcado o una mirada (envidiosa o no) es capaz de causar daño a alguien en forma de enfermedades, lesiones o incluso la muerte. Si nos atenemos a los estudios realizados por la doctora Olivia Bader-Lee bien podríamos estar hablando de esa energía que unos roban a otros.

Aquellos que consideran al mal de ojo únicamente como una superstición no consideran que es algo que puede afectar severamente a cualquiera a nivel físico, psicológico y espiritual, en una o en todas sus formas. Por eso, no es extraño que existan diferentes rituales y modos para expulsar el mal de ojo de la persona afectada. No es nuestra intención enseñar esos métodos, pero sí reafirmar que la mayoría de quienes lo curan, al aliviar el malestar de aquellos que lo padecen en realidad lo que hacen de diferentes formas es justamente eso, inyectar al otro una importante cantidad de energía positiva.